Nadie quiere organizar los Juegos Olímpicos

Los medios de comunicación se han hecho eco recientemente de la escasa competencia para albergar los juegos olímpicos de invierno de 2022. Solo la ciudad kazjasa de Almaty y Pekín aspiran a albergarlos. En común tienen que proceden de dos países con escasa calidad democrática y ese parece uno de los requisitos para poder albergar unos juegos olímpicos. Porque otras ciudades han mostrado interés pero el amplio rechazo popular ha hecho que desistieran. 

En la ciudad polaca de Kraków se realizó un referéndum los ciudadanos rechazaron seguir adelante con la candidatura. Los comités olímpicos de Suecia y Noruega tuvieron que desistir de su interés ante la oposición de sus gobiernos. Esto no es algo nuevo, el prestigioso The Economist ya mostró su oposición a que Londres albergara unos Juegos y en Chicago se creó una plataforma ciudadana contra la candidatura de la ciudad a las olimpiadas de 2016 llamada: “No games. Better hospitals, housing, schools and trains” (ver post “Chicago no quiere las olimpiadas a cualquier precio”).

Esto puede resultar chocante para el público español. Aquí tanto ciudadanía como políticos se han mostrado entusiastas con los Juegos Olímpicos, como fue el caso de los de Barcelona o la candidatura de Madrid. ¿Por qué esa disparidad? Probablemente por la escasa conciencia ciudadana que existe en España sobre el dinero público. Todos aprecian las ventajas de cualquier inversión pública sin reparar en el dinero empleado en ella, como si todos los millones empleados provinieran de un sitio diferente al de los bolsillos de los ciudadanos. Y esto no solo ocurre con los Juegos Olímpicos. ¿Se imaginan a un diputado asturiana oponiéndose a que el AVE llegara a su región? Pero eso ha ocurrido en Inglaterra. El diputado North Durham declaró que la llegada de la alta velocidad a su circunscripción era un malgasto del presupuesto público que sería mejor empleado en otras partidas.

Las olimpiadas son un negocio ruinoso. Excepto los casos “de estudio” de Los Ángeles y Seúl, las demás ediciones han incurrido en elevados déficits (ver post Auge y caída del negocio olímpico). Por esa razón tras esos dos juegos se incrementaron el número de ciudades que querían albergar unos Juegos Olímpicos pero en los últimos años se ha repetido el declive que el interés por este evento en los años 60 y 70 como se puede apreciar en el siguiente gráfico.

La principal causa son los elevados gastos en instalaciones deportivas que después de los juegos quedan infrautilizadas (ver post ¿Qué hacer con un Estadio Olímpico sin olimpiadas?) o incluso absolutamente abandonadas (ver post Imágenes del fracaso del legado olímpico). Los juegos de Londres de 2012 han superado el record de coste que hasta ahora ostentaba Barcelona.

Parte de lo ruinoso de los juegos viene explicado porque los costes de su organización siempre están infravalorados. Cuando una ciudad anuncia que va a albergar unos juegos, siempre dice que van a costar mucho menos de lo que realmente va a costar. En el gráfico siguiente se puede apreciar como todos los juegos olímpicos han costado mucho más de lo que habían anunciado. Barcelona organizó los juegos olímpicos con mayor sobrecoste de la historia reciente. 

Lo mismo ocurre con el impacto económico de albergar unos juegos. El gráfico a continuación muestra la previsión del impacto económico de los juegos de Sidney que antes de los juegos arrojaba importantes réditos comparado con un estudio sobre ese mismo impacto realizado después de haberse realizado las olimpiadas y con resultado diametralmente distinto.

Otro estudio comparó el incremento del PIB entre Madrid y Barcelona en los años 90 y encontró que el único sector en que tuvo un mayor desarrollo económico en la ciudad olímpica fue el de la construcción (ver post ¿Obtuvo ventajas Barcelona por albergar las olimpiadas frente a Madrid?). Algo comprensible si atendemos a los enormes sobrecostes que comentados anteriormente. 

Ni siquiera el sector turístico logra ninguna ventaja por albergar unos Juegos Olímpicos como defienden los aláteres del actual modelo. En el siguiente gráfico se ve como la ocupación hotelera en Londres fue muy similar a antes de albergar los juegos sin que se pueda  apreciar que los juegos olímpicos surtieran ningún efecto en su industria turística.

Lo mismo ocurrió en los juegos olímpicos de inverno de Lillehammer en 1994 como muestra el siguiente gráfico. Se produce un fuerte crecimiento el año de los juegos, pero ese efecto desaparece en los años posteriores.

Ese  mismo efecto se parecía en el siguiente gráfico con los ingresos por plaza hotelera de cinco ciudades olímpicas antes y después de organizar los juegos. Barcelona ya había experimentado crecimientos antes de organizar las olimpiadas y el año olímpico no supone ningún revulsivo para ninguna de las ciudades.
Aquí podéis escuchar mi intervención en el programa "Con la economía no se juega" de Onda Inversión: http://www.ivoox.com/juegos-olimpicos-son-agujero-negro-para-audios-mp3_rf_3642717_1.html

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