La última noticia ha sido las sospechas de que el partido Liverpool-Besiktas fue amañado. El problema es que ya llueve sobre mojado y la UEFA tiene sospechas de que se amañaron más de 20 partidos. Incluso ahora se levantan sospechas sobre los mundiales.
El escándalo en Italia fue mayúsculo sobre la compraventa de partidos. Se impusieron fuertes sanciones deportivas como el descenso del Juventus y ahora se encuentra en vía judicial.
El problema de todos estos escándalos es que pueden provocar el desinterés por el fútbol. Recuerdo levantarme de madrugada para ver el duelo Johnson-Lewis en las olimpiadas de Seúl para llevarme el chasco en la mañana siguiente de la descalificación de Johnson por positivo. La caída en el interés del ciclismo a pesar del éxito de los deportistas españoles viene por la constatación que aunque veamos un desenlace en la carretera, los posteriores análisis supondrán cambios en la clasificación.
Si el fútbol se convierte en una versión de la lucha libre americana, el público puede abandonar los estadios como antes lo ha hecho con el ciclismo.
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