Ladrillos y balones

Hace unas semanas dedicaba un post en Blog Salmón a la peligrosa relación del fútbol con el sector inmobiliario.

Los ingresos indirectos que han logrado los negocios deportivos en España siempre han llegado con retraso. Cuando el merchandising ya suponía una importante fuente de recursos para los equipos ingleses, el Real Madrid tenía cedido sus derechos de imagen a la empresa Dorna por una cantidad ínfima. Los equipos apenas lograron tener patrocinadores importantes. Cuando Zanussi se decidió a patrocinar el Real Madrid, hubo un temor a que las ventas se resintieran en Cataluña. Algo impensable en cualquier otro país. Todavía a fecha de hoy pocos equipos tienen patrocinadores que sufraguen una cantidad relevante si excluimos las administraciones públicas.

Este panorama cambió con la aparición de jugosos contratos para las retransmisiones televisivas y la llegada de un maná proveniente de empresas del sector inmobiliario. Las ingentes cantidades de dinero ganado en ese sector picaban a la puerta de los equipos de fútbol en busca de reconocimiento social.

Pero la crisis del ladrillo también ha llegado al fútbol patrio. Las primeras victimas han sido el Grupo Lábaro, patrocinador de la selección nacional, y la constructora SEOP, patrocinador y principal accionista del Racing de Santander.

La lista de equipos en los que participan empresas del ladrillo es mayor. Entre los 20 clubes de la Primera División de fútbol, al menos seis -el Almería (Obras Campo), Deportivo de La Coruña (Fadesa), Getafe (Grupo Galco), Real Murcia (Grupo Casazul), Osasuna (Restaura), y el mencionado Racing tienen entre sus grandes patrocinadores a empresas relacionadas con el debilitado sector inmobiliario. En la Segunda División también Piso Perfecto y Grupo Urco Urbasa invierten en el Nástic de Tarragona y Alavés, respectivamente.

Y en el baloncesto también están presentes. Cuatro equipos de la ACB comparten nombre con empresas del ladrillo: Akasvayu Girona, Polaris World Murcia, Grupo Capitol Valladolid y la gran revelación de la temporada, el Iurbentia Bilbao.


Si la construcción ha atraído a personas de dudosa trayectoria, esa tendencia ha sido pareja en el fútbol. A los casos de Jesús Gil se le añadió recientemente el propietario del Córdoba, implicado en la corrupción de Estepona, y la suspensión de pagos de la propietaria del Mallorca.

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