Interesante análisis el que realiza Ricard González acerca del éxito de la liga universitaria de baloncesto en Estados Unidos. Los mejores jugadores se encuentran en la NBA pero los aficionados vibran con la NCAA. Los espectadores contemplan un partido de la NBA como si fuera una obra de teatro, sin la pasión con la que se vive en Europa. Algo que llamó la atención de Gasol nada más llegar y que es común a todas las ligas profesionales de aquel país.
El éxito proviene del sistema de competición que no se hace a través de un largo play-off, sino a través de cruces a muerte súbita en campo neutral al estilo copero europeo. Pero sobre todo es por el grado de identificación con su universidad es muy fuerte. Una identificación que resulta casi imposible con los equipos de la NBA que tienen un propietario quien puede hasta cambiar su localización a su antojo.
Nada de esto sucede con los equipos de la NBA. A diferencia de lo que sucede en nuestra liga de fútbol, los norteamericanos nunca han tenido la ilusión de que los deportistas sientan color alguno. Tienen claro que son mercenarios que buscan su propio interés, y como mucho también el de la marca que les patrocina. De hecho, los equipos de la NBA son franquicias que pertenecen a un propietario que en cualquier momento puede decidir que le interesa trasladar el equipo de una ciudad a otra para sacar mayor tajada, como sucedió recientemente con los Hornets.
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