Atlético Club de Socios

Si en Murcia decidieron recuperar el recuerdo del Ciudad de Murcia repitiendo los errores que provocaron su desaparición con la refundación del Ciudad de Lorqui, varios seguidores atléticos han iniciado una interesante iniciativa.

Tras la toma del Manchester United por parte de la familia Glazer, varios seguidores advirtieron del peligro que la operación suponía para el futuro económico del equipo. Parte de ellos se decidieron a crear un nuevo equipo el FC United que empezó desde la última división. Viendo su éxito deportivo, acaba de lograr su cuarto ascenso consecutivo, y el peligro financiero de las elevadas deudas que Glazer ha transferido al Manchester United, el tiempo parece darles la razón.

Tomando el mismo lema que los rebeldes del FC United, nuestro club nuestras reglas, en la capital madrileña ha surgido la iniciativa del Atlético Club de Socios. Se trata de un nuevo equipo de fútbol que comenzará ha competir la próxima temporada y que tratará de recuperar el espíritu de club que el equipo perdió cuando paso a ser propiedad de la familia Gil.

También hay diferencias con el caso inglés. El FC United no es club sino una sociedad con accionistas. Algo común en Inglaterra donde la federación establece desde tiempos victorianos que los objetivos de los equipos deben ser alcanzar la ‘glory’, el éxito deportivo, y el ‘profit’, el beneficio económico. Lo que le diferencia del Manchester United es lo podamos llamar gobierno corporativo. El FC United limita el derecho de voto de los accionistas con lo que se evita la presencia de accionistas mayoritarios que tanto pululan en España, Italia, Escocia o la propia Inglaterra. De esa manera se cumple la máxima de un miembro un voto aunque sigue existiendo la diferencia entre miembros y abonados.

El caso inglés es una muestra que el problema no es que los equipos de fútbol sean sociedades con accionistas, sociedades anónimas deportivas en la nomenclatura española, sino cómo sean gestionados. Lo que aconteció en la conversión en SAD del fútbol español se pareció más a la ola de corrupción en las privatizaciones rusas de la era Yeltsin-Putin que a un proceso en un país occidental.