Abramovich se aprieta el cinturón

Algo está cambiando en Stamford Bridge. La otrora chequera infinita del Chelsea se ha terminado. Incluso el equipo ha tomado varias medidas de ahorro, según un canal de televisión ruso, como el despido de 15 trabajadores del club, quienes cobraban conjuntamente 156.000 euros anuales apesar de su escaso acierto en el fichaje de jóvenes promesas. Pero el gasto más importante es en fichajes y ahí el Chelsea se ha apretado el cinturón. Para esta temporada ha gastado en fichajes apenas 50,000€ más de lo que recaudó en traspasos. Lejos de las diferencias entre fichajes y traspasos de años anteriores:
  • 18,250,000 € en la temporada 07/ 08
  • 44,250,000 € en la temporada 06/07
  • 58,825,000 € en la temporada 05/06
  • 157,600,000 € en la temporada 04/05
  • 175,000,000 € en la temporada 03/04

Unas posibles explicaciones de este cambio puede venir del cansancio de Abramovich de poner dinero en el equipo londinense. Otra proviene de las actuales “estrecheces” económicas del millonario ruso tras su divorcio y la actual crisis económica. Su fortuna personal se ha reducido de los 16.700 millones de euros a apenas 2.300 millones.

Ante esta nueva situación, Abramovich ha sustituido la fiesta de nochevieja en la elitista estación de esqui norteamericana de Aspen por una celebración en la Plaza Roja de Moscú. Asimismo diversos medios de comunicación comentan que se está planteando desprenderse de uno de sus dos juguetes preferidos: el Chelsea o su yate Pelorus.

El yate, cuya foto encabeza este post, le costó la friolera de 254 millones de euros en 2003. Pero el Chelsea no le ha resultado más barato. En ese mismo año de 2003 pagó 150 millones de euros por el equipo y desde entonces no ha parado de acumular pérdidas. En 2005 perdió 196 millones, en 2006 fueron 112 millones y 80 millones el año pasado. En total 622 millones de euros desde que lo compró. Y eso que participa en una de las ligas más rentables del mundo (tras la Bundesliga) y no está lastrado por lo altos endeudamientos que sufren el Manchester United o el Liverpool debido al apalancamiento en que incurrieron sus propietarios para hacerse con ellos.

La principal diferencia entre el yate y el Chelsea es que el equipo londinense es un bien público. Abramovich disfruta de la rentabilidad emocional de los triunfos deportivos a la vez que el resto de aficionados que no han hecho aportaciones similares. Por el contrario, las comodidades de su yate sólo las disfruta él personalmente. Por eso puede ocurrir como con el Gretna escocés, que el millonario se canse del capricho.

Pero las actuales estrecheces del Chelsea no parece que vayan a provocar el descenso de afectados por el Síndrome Abramovich. Incluso se está detectando un empeoramiento de la dolencia, no sólo hay aficionados que esperan la llegada de un rey mago que afronte los gastos de su afición futbolera sino que incluso hay ciudadanos que quieren vender su país a millonarios para que solucionen sus problemas. Ese es el caso de un grupo de letones que han pedido a Abramovich que compre su país. De todas maneras, si el millonario ruso abandona el Chelsea, los aficionados ya tienen otros reyes magos a los que pedir: los dueños del Manchester City.

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