Tampoco hay Abramovichs en San Sebastián

El síndrome Abramovich consiste en que los aficionados creen que los Reyes Magos van a gastar su dinero en contratar a los mejores jugadores para su equipo de fútbol. La lista de afectados es amplia: Betis, Atlético Madrid, Corinthias, Roma, Liverpool, Gretna, Ciudad de Murcia (dos veces),... En la Real Sociedad sufrieron algunos síntomas cuando aparecieron unos chinos que querían comprar el equipo. Tras la oferta china se encontraba el guipuzcoano Iñaki Badiola, quien al final se alzó con el mando del equipo donostiarra sin hacerse con el capital. Por lo que el equipo sigue siendo de los pocos sin un accionista mayoritario.

El programa de Badiola no pudo ser más genérico. Una medida poco original: auditoria de los anteriores gestores. Una muy original: vender merchandising en las tiendas de los aeropuertos chinos. La verdad es que no es muy original porque ya lo hacen el Manchester United o el Real Madrid. Lo original es que un equipo con escasa proyección internacional pretender hacerse millonario vendiendo camisetas en el lejano oriente. Original o temerario.

Otra de las iniciativas del nuevo presidente es la contratación de jugadores por parte de sus socios chinos, Lighthouse Consulting, para su cesión a la Real Sociedad que pagaría su ficha. Si el jugador fuera posteriormente cedido a otro equipo, el beneficio sería para el grupo inversor chino. Se trata de un funcionamiento similar al gerenciamiento del fútbol argentino que no ha impedido operaciones oscuras y resultados económicos negativos. Las dudas empezaron a surgir cuando se trató de hacer ese tipo de operación con jugadores que quedaban libres de la propia Real Sociedad como Xabi Prieto (algo que después no se formalizó).

Como no hay dos sin tres, Badiola también trató de titularizar (anticipar el cobro) las taquillas de un partido amistoso con el Athletic de Bilbao a celebrar anualmente durante ¡un siglo! Algo irreal. Eso le pasa por oír campanas y no saber de dónde, a pesar de venir un sitio tan cercano como Santander.

Como la solución más fácil, subir a primera, no se materializó, a Badiola no se le ocurrió otra cosa que la nada original solicitud de concurso de acreedores (el club ya estaba en situación de solicitarla desde hace tiempo), pedir a los jugadores que se bajen el sueldo y convocar nuevas elecciones. Para ese camino no hacían falta alforjas.

La lluvia de millones procedente de China no llegó y es que Abramovich sólo hay uno.

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